Autor: Baraka, Amiri

El volvió y disparó. El le disparó. Cuando volvió, él disparó, y cayó, tambaleando, pasó la madera de sombra, derribado, le dispararon, agonizando, muerto, colapso completo.

En el fondo, sangrando, muerto de un balazo. El murió entonces, allí luego del pozo, la bala acelerada desgarró su rostro y sangre fina se esparció sobre el asesino y la luz gris..
Imágenes del hombre muerto hay por todas partes. Y su espíritu chupa la luz. Pero él murió en la oscuridad más oscura que su alma y todo se derrumbó ciegamente con él muriendo por las escaleras.
No tenemos palabras sobre el asesino, excepto que volvió de algún lugar para hacer lo que hizo. Y sólo disparó una vez a la mirada de su víctima, y lo dejó rápidamente cuando la sangre corrió afuera. Sabemos que el asesino era hábil, veloz y silencioso, y que la víctima probablemente lo conocía. Otra cosa, aparte de la cocinada amargura de la expresión del hombre muerto, y la fría sorpresa en la fijación de sus manos y dedos, no sabemos nada.

traducción: HM

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