Autor: longley, michael
Ellos lo mantuvieron vivo por años en agua caliente, el soldado que había perdido su piel. A la noche él fue visitado por el murciélago herido que había descongelado luego de Passchendaele, cerrando sus talones bajo su dedo mayor y susurrando en la piel de ratón. Antes de dejar que el pipistrelle parpadee encima de su pileta de verano y la copa allí, él extiende su mano-ala, codo a pulgar. La membrana se sintió como un pétalo de amapola.
traducción: HM
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