Autor: longley, michael
Iluminando para no romper nuestros corazones su cigarrillo quince del día, feliz con tantas notas a su disposición y llamado, él se sienta allí tomándolos, el creador de la payasada inmaculada. Con música y con tan preciso desenfreno él abre un sendero a través de los desiertos del blues, hacia el único verdadero espejismo, enorme sobre un camello de ágiles pies, y casi rehusándose a ser de su edad. El juega durante horas hasta el fin aunque haya oasis con una medida de agua, dos de gin, él se tambalea al pasar para reinar, sabio y sediento, al aún centro de su sonoro dominio, el temblor, la sacudida, el sheik de Arabia.
traducción: HM
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