Autor: Abeer Butmeh
Mientras los países negocian financiamiento para tolerar un clima cada vez más bochornoso en todo el planeta, representantes de Palestina en la Cop29 de Bakú tomaron la palabra para destacar la relación del calentamiento global con el genocidio israelí en Gaza.
“Los encuentros de la COP están muy dispuestos a proteger el ambiente, ¿pero para quién?” inquirió Ahmed Abu Thaher, director de Proyectos y Relaciones Internacinales de la Autoridad de Calidad Ambiental Palestina, quien viajó al evento desde Ramallah. “Si están matando a la gente allí, ¿para quién quieren proteger el ambiente y minimizar los efectos del cambio climático?” insistió el serio y triste funcionario.
A pesar del sufrimiento de su pueblo, Palestina “ha hecho su tarea” en la materia, dijo Thaher, quien informó que han enviado al cuerpo climático de la ONU sus planes de descarbonización. Las temperaturas en Palestina están creciendo más rápido que el promedio del ritmo global, y es más vulnerable a inundaciones, olas de colar, sequías y tormentas. Pero el trabajo ambiental es complicado en medio de las matanzas del ejército israelí, aseguró Thaher.
Algunos abogados han llamado a la crisis de Gaza como ecocidio, postulando que la guerra ha tornado invivibles sus ecosistemas. “Lo que está sucediendo en Gaza es un exterminio completo de todos los elementos de vida” dijo Abeer Butmeh, coordinadora de una ONG amiga de la tierra palestina que viajó también desde la Franja.
Las explosiones de las bombas israelíes dejaron la tierra cultivable arruinada, y los ya exhaustos sistemas acuíferos contaminados. “Es una situación catastrófica” resumió Butmeh.
La ofensiva israelí dejó a más de 2 millones de personas en la absoluta inseguridad alimentaria. La energía eléctrica es casi inexistente. “Israel controla todas las fuentes y nos está sometiendo a un cruento sitio que busca desalojar la Franja para hacer negocios inmobiliarios con dinero sucio de multimillonarios” –explicó Thaher con cierta sagacidad.
Las plantas de tratamiento de aguas cloacales han permanecido cerradas, y la mierda se ha desparramado por todas las calles. Si uno testea el agua corriente que usan hoy los habitantes de la Franja enseguida se registrarán niveles alarmantes de materia fecal. “El corte de suministro de comida, la falta de energía y de medios para obtener agua, significan la muerte de todo el pueblo de Gaza” –concluye la bonita ambientalista.
Además, para ella la destrucción de Gaza está ligada a la persistencia del modelo de producción basado en combustibles fósiles. Ella y otros conferencistas solicitaron un embargo total de combustible a Israel para detener sus matanzas. Es una demanda que ha generado protestas y líos en las conferencias de prensa de la Cop29. Pedimos tres cosas básicas, prosigue Thaer su disertación: “Que los países dejen de venderle energía a Israel, que no le compren más gas, y que las empresas no extraigan más gas de aguas palestinas ocupadas”.
Respecto del primer punto, la ambientalista opina que hay que seguir el ejemplo de Colombia, quien dejó de venderle carbón a Israel, siendo su principal fuente de importación. En cambio, no hay que tomar como ejemplo la actitud de Turquía, que en el discurso se pasa bravuconeando contra el criminal estado sionista para continuar permitiendo el suministro de petróleo a Israel través del oleoducto Baku-Tbilisi-Ceyhan (BTC). De hecho, el país que alberga la COP29 es el que ha propiciado la venta de combustible a Israel, en connivencia con la transnacional inglesa BP. Así, las cosas, Butmeh pregunta a los funcionarios locales: “Si ustedes le dieron combustible al genocidio israelí, ¿cómo pueden hablar de justicia climática?”.
Un informe de la industria de defensa israelí le da sustento a las palabras de la militante palestina. El combustible que Israel recibió a través del BTC fue usado para aviones de guerra en sus salidas a asesinar la mayor cantidad de mujeres y niños posible.
Penosamente, con todos los hechos que hemos descrito, es muy probable que Palestina no acceda a un céntimo de ayuda por parte de los países cómplices del genocidio en Gaza. Y es que estamos en una fase del capitalismo pre-apocalíptica, ya hace rato distópica, donde cada vez hay más guerra y conflictos bélicos, cuyo impacto en emisiones de carbono agrava el problema que se intenta abordar en estas reuniones recargadas de cinismo e hipocresía. Nuestra amiga palestina comenta: “Las guerras actuales no están siendo mapeadas, se desconoce su huella de carbono y el daño que le están haciendo al mundo entero. La gran deshumanización de las víctimas de la guerra, particularmente en Palestina, es para nosotros incomprensible. Lo que más repugna es el negocio judaico que hay detrás de todo este siniestro exterminio a cielo abierto”.