Autor: longley, michael
A un fastidioso cultivador de té, un conocedor del té tanto como un poeta, modestamente le pedí en mi cumpleaños dieciséis un don de aguanieve.
Arroyo de té y manchas de tinta. Con resolución caliento la tetera y dosifico el té con agujas de plata, suficientes para una segunda inmersión. Otros favoritos incluyen el Clara Distancia y Cejas de Longevidad, o, de precarios picos de montaña el Té de Niebla de Nube (bastante deleitoso), que monos competentes cosechan llenando sus canastos con hojas de oportunidad y trayéndolas donde espero con mi vasija de aguanieve.
traducción: HM
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