Autor: Heaney, Seamus
Amaba transportar la caja de su violín, su nariz en el aire, el extremo de su espalda bonito y pesado, el equilibrio entre el factor de entrada y el factor de salida.
Cada vez que ella colocaba sus dos pulgares en dos bocados y abría la tapa no podía evitar fruncir rápido el ceño (¿placer disfrazado?) mientras los probaba.
Entonces su frente se despejaría y el disco del sol en su rostro se inclina y se ilumina al toque de una batuta… En la maleta forrada de bayeta vaciada del saliente encarnado de la cabeza del violín, una mancha de vieja resina y un paño de gamuza sucio.
Las manos del conductor, grandes y fuera de proporción a su siempre delgado cuerpo de profesor, ella dijo, “le interesaban”.
Helechos cabeza de chorlito: ¿por qué pienso en ellos, pienso: Toraiwa? Porque, sorpresa, me preguntó sobre la vida erótica.
traducción: HM