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Cuando te zambulliste la luz de Toscana vaciló y se balanceó por el estanque de arriba a abajo. Yo amé tu húmeda cabeza y demoledor nado, tus elegantes hombros y espalda de nadadora, saliendo a la superficie una y otra vez, este año y siempre cada año.
Me senté con la garganta seca sobre piedras calientes. Tú estabas más allá de mí. Las melosas claridades, el aire profundo de uva se enrareció y decepcionó.

Gracias a Dios por la lenta carga, cuando te abrazo ahora estamos cerca y profundo como la atmósfera sobre el agua.
Mis dos manos son agua corriente. Tu eres mi palpable, ágil nutria de la memoria en el estanque del momento, yéndote a nadar de espaldas, cada patada silenciosa que sacude los muslos vuelve a inclinar la luz, arrastrando el frío a tu cuello.

Y de pronto estás afuera, de nuevo, siempre con intención, pesada y juguetona en tu piel fresca, imprimiendo las piedras.

traducción: HM

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