Autor: Heaney, Seamus

Mientras trenzabas el arco de la cosecha implicaste el silencio meloso en ti en trigo que no se oxida pero brilla mientras se tuerce y retuerce en una reconocible corona, un nudo de amor de paja descartable. Manos que han curtido fresnos y tallos de caña y han lamido las espuelas de toda una vida de gallos de caza se aferraron a su don y trabajaron con buena intención hasta que sus dedos se movieron sonámbulos: Yo cuento y muevo el dedo como el braille, espigando lo no dicho de lo palpable, y si espío en sus bucles dorados nos veo caminar entre las laderas del ferrocarril hacia un atardecer de hierba larga y mosquitos, humo azul ascendiendo derecho, viejas camas y arados en setos, un anuncio de una subasta en la pared exterior de una casa, tú con un arco de cosecha en tu solapa, yo con la caña de pescar, ya añorando el gran ascenso de esas tardes, mientras golpeabas con tu bastón las puntas de arbustos y malas hierbas, latidos fuera del tiempo, y laten pero no descargan nada: esa tierra de pueblo original todavía con la lengua atada en la paja atada a tu mano.
‘El fin del arte es la paz’ podría ser lema de este frágil dispositivo que he clavado en nuestro acordado tocador, como una trampa tendida tardíamente por el espíritu del maíz aún bruñida por su paso, y aún caliente.

traducción: HM

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