Autor: Heaney, Seamus

Es diciembre en Wicklow: alisos goteando, abedules heredando la última luz, el fresno frío para mirar.
Un cometa que se perdió debería estar visible a la puesta del sol, esos millones de toneladas de luz como un destello de carrascas y escaramujos, y a veces veo una estrella fugaz. ¡Si pudiera venir en meteorito! En vez camino por las hojas empapadas, cáscaras, las briznas gastadas del otoño, imaginando un héroe en algún compuesto fangoso, su don como una honda giraba para el desesperado.
¿Cómo terminé así? Siempre pienso el hermoso consejo prismático de mis amigos y del cerebro de yunque de algunos que me odian mientras me siento pesando y sopesando mi responsable tristeza. ¿Por qué?, ¿por el oído, por la gente?, ¿por lo que se dice a nuestras espaldas?
La lluvia viene por los alisos, sus bajas voces conductoras murmuran sobre caídas y erosiones, y aún cada gota recuerda los absolutos del diamante. No soy ni interno ni informante, un migrante interior, de pelo largo y pensativo, un juego de madera escapó de la masacre, tomando un color protector del tronco y corteza, sintiendo cada viento que sopla, quien, soplando arriba aquellas chispas para su magro calor, ha perdido el portento de una vez en la vida, la rosa pulsante del cometa.

traducción: HM

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