Autor: Heaney, Seamus
A T.P. Flanagan
No tenemos praderas para rebanar un gran sol al atardecer, en todas partes el ojo cede ante el horizonte agazapado, es cortejado al ojo de los cíclopes de un lago de montaña. Nuestro campo sin vallas es una ciénaga que sigue formando costras entre las visiones del sol.
Ellos han tomado el esqueleto del gran Elk irlandés, fuera de la turba, lo pusieron en una caja asombrosa llena de aire.
Manteca hundida bajo más de cien años fue recuperada salada y blanca. El mismo suelo es amable, manteca negra derritiéndose y abriéndose bajo los pies, extrañando su última definición por millones de años. Ellos jamás cavarán carbón aquí, sólo los troncos encharcados de los grandes abetos, blandos como pulpa. Nuestros pioneros continúan golpeando hacia abajo y el interior, cada capa que desnudan parece haber sido acampada antes. Los agujeros de la ciénaga podrían ser filtraciones atlánticas. El centro húmedo no tiene fondo.
traducción: HM