Autor: Kooser, Ted

El primer día cálido, y a la media tarde la nieve no es más que un lavado esparcido sobre los patios, la ropa de cama enrollada en nudos y goteando agua, las camisas blancas tendidas bajo árboles de hojas perennes. Por las corrientes más pesadas se levantan las bicicletas caídas del otoño, pequeños carnavales de pintura y cromo, el Pulpo y el Giro basculante comenzando a girar en el sol. Ahora niños, rígidos por el invierno y vestidos, de algún modo, como hombres viejos, murmuran y se inclinan al trabajo de construir diques. Pero una primavera como esa es breve, a las cinco de la tarde el frescor de la caída del sol, oscuridad, las TVs tristes titilando como tormentas en las ventanas de la imagen, los patios se han puesto grises, los perros mojados ladrando a la nada. Lejos, a través de los maizales estacados para calles y alcantarillas, el cuerpo de un granjero desaparecido desde el otoño se mostrará en su jardín mañana, tan inesperado como un tulipán.

traducción: HM

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