Autor: Dylan Thomas
‘Encuentra carne en huesos que pronto no tendrán nada, y bebe en los dos peñascos ordeñados, el tuétano más alegre y las heces antes de que los pechos de las damas sean brujas y los miembros se desgarren. No molestes a las sábanas ventosas, mi hijo, pero cuando las damas son frías como piedra entonces cuelga una rosa de carnero sobre los trapos’.
‘Rebélate contra la luna obligatoria y el parlamento del cielo, los reyezuelos del mar perverso, la autocracia de noche y día, la dictadura del sol. Rebélate contra la carne y el hueso, la palabra de la sangre, la piel de gallina y el gusano que ningún hombre puede matar’.
‘La sed es saciada, el hambre se ha ido, y mi corazón está agrietado, mi cara está demacrada en el vidrio, mis labios están marchitos con un beso, mis senos son delgados. Una chica alegre me tomó por un hombre, yo la acosté y le conté su pecado, y puse junto a ella una rosa de carnero’.
‘El gusano que ningún hombre puede matar y el hombre que ninguna soga puede colgar se rebelan contra el sueño de mi padre, que de una enramada de cerdos rojos aúlla el malvado demonio a encarrilar. No puedo asesinar, como un loco, estación y brillo del sol, gracia y muchacha, ni puedo sofocar el dulce despertar’. La noche negra aún ministra la luna, y el cielo establece sus leyes, el mar habla en una voz regia, luz y oscuridad no son enemigas sino una compañía. ‘¡Guerra a la araña y el reyezuelo! ¡Guerra al destino del hombre! ¡Condena al sol!’ Antes de que la muerte te tome, oh, recupera esto.
traducción: HM