Autor: Dylan Thomas
Desafortunadamente para una muerte, esperando al fénix bajo la pira aún a ser encendida de mis pecados y días, y para la mujer en sombras, santa esculpida y sensual entre los muertos que se desvanecen, dedicada para siempre a mí aunque la riña del beso aún no ha ocurrido en la boca fría de arcilla, en la frente marcada a fuego, que podría unirla constante, ni los vientos del ancho amor roto al viento del coro y claustro del invernal convento de la orden de la lujuria debajo de mi vida, que suspira por la venida de la seductora en los golpes de sol de verano, amando en esta culpa golpeada del mar mi afortunado cuerpo sagrado bajo la nube contra el amor es atrapado y sostenido y besado en el molino del medio del día descendente, lo oscuro de nuestra locura corta a la estrella quieta en la orden de los rápidos pero bendecido por tales heroicos huéspedes en cada una de tus pulgadas y mirada que la herida es cierto dios, y la ceremonia de almas es celebrada allí, y la comunión entre soles. Jamás el canto mío sobre la santa en sombras mientras el interminable breviario se va de tu carne orada, ni espantaré al pájaro que tengo debajo: la muerte esperando a dos yace solitaria.
Veo al tigre en lágrimas en la andrógina oscuridad, su tribu de rayas y melena de mediodía camina hacia el holocausto, las mulas cargan sus minotauros, el ornitorrinco cría en una leche de pájaros. Veo a la santa monja deseosa esculpida en un atuendo de sombras, símbolo del deseo más allá de mis horas y culpas, grandiosa entrepierna y gigante continencia. Veo al fénix sin fuego, heraldo y gemidor del cielo, ahora flecha de aspiración y la renuncia de islas. Todo amor aunque para el ensamble completo en flor de la carne viviente es monstruoso o inmortal, y la tumba sus hijas.
Amor, mi destino alcanzó afortunadamente, enseña sin contar que la apuesta del fénix por el cielo y el deseo luego de la muerte en el convento esculpido, ambos fallarán si no me inclino a tu bendición ni camino en el fresco de tu jardín mortal con la inmortalidad a mi lado como el cielo de Cristo. Esto lo sé de la lengua nativa de tus ojos traductores. Las estrellas jóvenes me lo contaron, lanzándose en el comienzo como Cristo de niño. Desafortunadamente ella debe yacer paciente y el pájaro saltarín quieto. Oh, mi verdadero amor, abrázame. En cada pulgada y mirada se hila el globo del génesis, y la tierra viviente tus hijos.
traducción: HM