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Despertando sola en una multitud de amores cuando la luz de la mañana sorprendió en la apertura de sus ojos de toda la noche, su dorado ayer dormido sobre el iris y este sol del día saltó el cielo desde sus muslos, era la milagrosa virginidad vieja como panes y peces, aunque el momento de un milagro es relámpago interminable y las huellas de los astilleros de Galilea ocultan una armada de palomas.
Las vibraciones del sol ya no desearán más en su almohada de mar profundo donde una vez ella se casó sola, su corazón todo oídos y ojos, labios captando la avalancha del fantasma dorado, quien llamó con sus corrientes a su hueso de mercurio, quien bajo los párpados de sus ventanas enarboló su dorado equipaje, porque un hombre duerme donde el fuego salta y ella aprende a través de su brazo aquel otro sol, el celoso curso de la sangre sin par.
traducción: HM