Autor: Jacques Murat
Las autoridades francesas de la isla caribeña de Martinica impusieron un estado de sitio y toque de queda para sofocar las violentas protestas desatadas por la inflación y la explotación de las masas asalariadas. De acuerdo con RFI (Radio France Internacional) al menos 14 personas, incluidos 11 policías, fueron heridos –algunos con disparos de armas de fuego- en alarmantes escenas que exhibían automóviles incendiados, edificios destruidos y policías antidisturbios fuertemente equipados avanzando hacia los rebeldes más belicosos.
Afuera de un McDonald’s completamente destruido, la directora de la cadena en Martinica, Marie-Kelly Roussas, dijo que llevará meses reconstruir el restaurante, afectando a cientos de trabajadores de bajos ingresos. El prefecto de la isla, Jean-Christophe Bouvier, dijo que el toque de queda se mantendrá hasta la semana que viene, y que se hizo para “restaurar la ley y el orden”. Sin embargo, consultamos a un manifestante que, optando por preservar su anonimato, nos dijo que las revueltas obedecían a que las autoridades y los empresarios desestimaron sus reclamos por los aumentos desmedidos de alimentos y productos básicos.
Un estudio estadístico reveló que la inflación de la comida en Martinica ha superado en un 42% a la registrada en Francia, siendo el territorio de ultramar donde mayormente los precios se desquiciaron. El ministro del interior Gérald Darmanin había prometido el año pasado que iba a combatir a los oligopolios de la alimentación pero no se movió un dedo para hacerlo, y los empresarios continuaron con sus prácticas depredatorias.
Rodrigue Petitot, líder de una ONG que protege a los pueblos colonizados franceses, dijo que la prioridad es asegurar que todos los martinicos –desde los bebés a los más ancianos- puedan alimentarse sanamente y a bajo costo.
Shazi Chalon, agregada de negocios y cultura en el consultado de Santa Lucía en Martinica, dijo que hay otras cuestiones en las revueltas. “Se supone que Martinica es un departamento de Francia, por lo que la gente aquí debería estar en el mismo nivel que allá, en lo que hace al costo de vida. Pero hay enfado en cómo históricamente Francia ha gobernado Martinica, a diferencia de otros territorios colonizados. Ellos creen que en un país con una mayoría negra, no puede ser que todas las más altas posiciones las hayan ocupado gente enviada desde Francia… ¡y blancos para colmo!”
Chalon, que tiene doble ciudadanía, dijo estar preocupada por las históricas desigualdades en Martinica: “Tienes a la población local blanca, con abuelos y ancestros que eran dueños de las plantaciones en la época de la esclavitud, y que hoy ostentan el poder económico, siendo los dueños de las empresas agrícolas, y del sector energético: se supone que cambiaron las reglas pero el espíritu del sistema esclavista se mantuvo intacto” –añadió la diplomática santaluciana.
Las protestas se han extendido a la isla vecina de Guadalupe, donde una huelga de la energética francesa EDF provocó apagones en toda la isla, según declaró el prefecto local. Ahí ocurren procesos muy similares, la explotación de la época de la colonia permanece incólume, ricas oligarquías dirigen el rumbo de economías dependientes de mano de obra baratísima, al punto de la indigencia. Hasta en países más grandes y con más recursos como Argentina, acontece exactamente lo mismo, aunque en este caso se trata de un gobierno que pretende ser colonia israelí-estadounidense.
En todo caso, las protestas en los territorios franceses de ultramar, incluida la matanza de dos manifestantes en una represión de la policía de Nueva Caledonia, son problemas que se dispone a resolver el nuevo primer ministro Michel Barnier, quien está a punto de presentar su gabinete al pérfido presidente Emmanuel Macron luego de dos semanas de negociaciones en que se repartieron cual aves de rapiña los próximos beneficios de sus políticas aviesas.