Autor: Dylan Thomas
¿No serías mi padre, el brazo erecto por el bien de mi alta torre fundida en su piedra?
¿No serías mi madre, ni, como soy, la casa de los amantes, yacer sufriendo mi mancha? ¿No serías mi hermana, ni el crimen erecto para mis altas torres llevas como tu pecado? ¿No serías mi hermano, ni, mientras trepas, adorar mis ventanas para su escena de verano?
¿No sería padre yo también, y el niño ascendente, el chico de mujer y el caprichoso mirón marcando la carne y el verano en la bahía? ¿No soy hermana yo también, quien es mi salvador? ¿No soy todo tuyo junto al mar dirigido cuando el pájaro y la concha están balbuceando en mi torre? ¿No soy tú, quien enfrenta el oleaje de la orilla, ni techo de arena, ni aún el alicatador imponente?
Tú eres todos esos, ella dijo, quien me dio la larga chupada, todos esos, dijo él, quien saqueó la ciudad de los niños, levantó al hombre-Abraham, loco por mi bien, ellos dijeron, que pirateaban y humillaban, ellos eran míos. Yo soy, dijo la torre, derribada por un golpe eterno, quien arrasó mi locura de madera se queda atónito, para los pioneros del hombre en la seca como pasta, el fantasma anillado de mar, se levanta sombríamente desde el bastidor.
¿No serías mi padre sobre la arena destructora? Eres el señor de tus hermanas, dijo el alga, la sal chupó presa y queridos de la tierra, quien juega al adecuado caballero y dama. ¿Debería ser aún la casa del amor en la tierra girando al revés, dolor a los albañiles ventosos en mi refugio? La casa del amor, responden ellos, y la muerte de la torre yacen todos desconociendo al comedor de pecados de la tumba.
traducción: HM