Autor: Dylan Thomas
A veces el cielo está demasiado brillante, o tiene demasiadas nubes o pájaros, y bien lejos un sol demasiado agudo para nutrir el pensamiento de él. ¿Por qué mi mano está demasiado roma para cortar enfrente de mí mis horribles imágenes para mí, de sonrisas demasiado fructíferas, el tacto sin peso del labio que deseo conocer no puedo levantar, pero puedo, la criatura con la cara de ángel quien me dice herido, y ve mi cuerpo irse a la miseria? No detenerse. Pon la sonrisa donde las lágrimas vienen a secar. El ángel herido es abandonado, su decir arde.
A veces el corazón de una mujer tiene sal, o demasiada sangre, yo desgarro su pecho y veo que la sangre es mía, fluyendo de ella, pero mía, y entonces pienso quizá que el cielo es demasiado brillante, y observo mi mano pero no la sigo, y siento el dolor que da, pero no duele.
traducción: HM