Autor: Dylan Thomas
Porque el pájaro silba de placer tras los cables calientes, ¿el caballo ciego cantará más dulce? Pájaro y bestia yacen convenientes alojados para sufrir la cena y los cuchillos de un humor. En la nieve esnifada y vertida en la punta de la lengua del año que revienta la saliva como burbujas con cuartos rotos, un hombre enamorado solo junto a las ramillas de sus ojos, dos fuegos, acampados en lluvia de droga blanca de nervios y comida, saborea la lamida de los tiempos a través de una madera de cabello mortal en un viento que desplumó un ganso, ni jamás, como la lengua salvaje rompe sus tumbas, rodea para ver la raíz roja, meneada. Porque allí se para una historia desde la ciudad vagabunda, la esposa congelada cuyos jugos derivan como un mar fijado secretamente en estatuas, ¿debería yo, conmovido en la calle caliente y rocambolesca, no girar para contemplar a un año viejo derrumbándose y ardiendo en el amasijo de torres y galerías como los retratos mutilados de chicos? La persona de sol y lugar explotado que proporcioné con la carne de una fábula. Si los muertos mueren de hambre, sus estómagos girarán a tambalear a un hombre adecuado en las antípodas, o mar de pecho de roca y espuma: sobre la mesa del pasado repito esta gracia presente.
traducción: HM