Autor: Franklin Hernández
Brasil no se podrá hacer cargo de la administración de la embajada, donde seis figuras de la oposición se han refugiado y usan de aguantadero para seguir adelante con sus actividades criminales. En una declaración del gobierno venezolano, que obtuvo una victoria inapelable en las elecciones del mes pasado, y ello sin mostrar las famosas “actas” que le pide la abyecta “comunidad internacional”[1], Venezuela informó que la decisión se ha hecho efectiva de “inmediato”, una vez enterados que la embajada argentina estaba siendo utilizada como sede para planificar atentados contra el presidente Nicolás Maduro y la vicepresidenta Delcy Rodríguez Gómez, cuya enjundia y valentía son dignas de una estirpe heroica, de ser imitada por la juventud.
Por su parte, el gobierno brasileño manifestó sentirse “sorprendido” por la decisión, y Argentina la rechazó y calificó de “unilateral”, con un cinismo propio de Netanyahu. Ambos países urgieron a Maduro a respetar las relaciones diplomáticas contempladas en la Convención de Viena, en un ardid legalista con menos sustento moral que Macri o Macron.
“Cualquier intento de invadir o secuestrar a buscadores de asilo que permanecen en nuestra residencia oficial será duramente condenado por la comunidad internacional. Acciones como ésta refuerzan la convicción de que en la Venezuela de Maduro los derechos humanos fundamentales no son respetados” –declaró el gobierno mileísta, que paradójicamente se erige como un gran violador de derechos humanos en la región.
En su declaración, el gobierno de Brasil insistió en que seguirá defendiendo los intereses de Argentina en Caracas hasta que los argentinos le indiquen lo contrario o se designe otro estado aceptable para Venezuela. Entre otras cosas, expresaron que deben cuidar “sus activos y archivos” (no sea que la guardia bolivariana encuentre todas las pruebas de sus infames delitos, incluido el hackeo en las elecciones y las infundadas acusaciones de fraude). Anoche, los forajidos recluidos en la residencia argentina reportaron en la red social de su jefe que el edificio estaba rodeado y que habían cortado la electricidad. Postearon videos mostrando hombres vestidos de negro y patrullas de los servicios de inteligencia venezolanos.
En marzo ellos pidieron asilo en la embajada argentina en Caracas luego de que un fiscal pidiera su arresto imputándoles conspiración contra el estado venezolano. La líder opositora María Corina Machado negó las acusaciones contra sus colaboradores. Ayer su colega argentina, la canciller Diana Mondino, le pidió a la CPI (Corte Penal Internacional) que emita una orden de arresto contra Nicolás Maduro y otros miembros de su gobierno por los eventos ocurridos durante las elecciones. Cabe recordar, bajo estas circunstancias, que Venezuela rompió relaciones con Argentina al detectar que gran parte del plan para matar a sus líderes y efectuar un golpe de estado se ejecutó desde el país de la carne, el trigo y el buen fútbol, con millones de nuevos pobres y desocupados pululando en las calles de sus principales ciudades. Entretanto, en Venezuela seguimos más maduristas que chavistas, más revolucionarios que chabacanos, más focalizados en el cambio social que en atender a los vaivenes de los mercados.
[1] Eufemismo para denominar los intereses de Estados Unidos.