Autor: Dylan Thomas
Al principio estaba la estrella de tres puntas, una sonrisa de luz a través de la cara vacía, rama de hueso a través del aire enraizador, la sustancia bifurcada que fue el tuétano del primer sol, y, claves ardientes en la ronda del espacio, cielo e infierno mezclados mientras giraban.
Al principio estaba la pálida firma, de tres sílabas y estrellada como la sonrisa, y luego vinieron las impresiones en el agua, estampa de la cara acuñada sobre la luna, la sangre que tocó el árbol de la cruz y el grial, tocó la primera nube y dejó una señal.
Al principio estaba el fuego creciente que iluminó los climas desde una chispa, una chispa de tres ojos rojos, roma como una flor, la vida brotó y se levantó desde los mares rodantes, estalló en las raíces, bombeados desde la tierra y la roca los aceites secretos que conducen la hierba.
Al principio estaba la palabra, la palabra que desde las sólidas bases de la luz abstraía todas las letras del vacío, y desde las bases nubosas del aliento la palabra florecía, traduciendo al corazón los primeros caracteres de nacimiento y muerte.
Al principio estaba el cerebro secreto. El cerebro estaba celado y soldado en el pensamiento antes de que la brea se bifurcara a un sol, antes de que las venas se sacudieran en su criba, sangre disparada y esparcida a los vientos de luz, el original estriado del amor.
traducción: HM