Una pena pasada

Autor: Dylan Thomas

Una pena pasada, ella que era a quien yo sostenía, las grasas y la flor, o lama de agua, de la espina de la guadaña doblada, viento y mar del infierno, un tallo cementando, luchó por subir a la torre, doncella rosa y masculino, o maestro de Venus, por el cuenco del palista navegó hacia el sol, quien es mi pena, una crisálida desarrugándose sobre el hierro, arrancada por mi dedo de hombre, el capullo de plomo disparado a través de la hoja, era quien fue plegada en el bastón de Aaron, el camino del este a la plaga, el cuerno y la bola de agua sobre el sapo albergado en el costado. 
Y ella quien yace, como éxodo, un capítulo desde el jardín, marca de la ira del lirio en su anillo, lanzó a través de los días sus cuerdas de herencia, sus guerras de perdón, sobre campo y arena los doce triángulos del viento querubín que anda grabando.

¿Quién es ella entonces, ella sosteniéndome? El mar de la gente conduce sobre ella, conduce al padre afuera del campamento cesáreo, las guaridas de la forma de todos sus cachorros con la larga voz del agua, que a ella yo tengo, la tumba hecha en el campo en una caja de amor, se levanta antes de oscurecer.
La noche está cerca, una figura nítrica que la salta, el tiempo y ácida, le digo esto: antes que el gallo del sol lance su hueso al fuego, deja que ella inhale a sus muertos, a través de la semilla y sólida conducir en sus mares, así cruza su mano con sus graves ojos gitanos, y cierra su puño.

traducción: HM

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