Autor: Dylan Thomas
Todo lo que debo a los compañeros de la tumba y todos los muertos legados de pálidas haciendas yacen en el hueso afortunado, el frasco de sangre, como el sen se agita a lo largo de las raíces devastadas. Oh, todo lo que debo es toda la carne heredada, los amores de mis padres que impulsan mis nervios, las lágrimas de mis hermanas que cantan sobre mi cabeza, la sangre de mis hermanos que sala mis heridas abiertas, heredero de las venas hirvientes que sostienen la gota de amor, mi caída plena, que tenía el matiz de muerte, heredero de los sentidos contados que solo conocen la carne con un recordado picor, yo rodeo esta herencia como el sol rodea su cielo ventoso, y, como la luna de las velas arroja luz sobre mi tiempo. Soy heredero de mujeres que han torcido su última sonrisa, de niños que fueron amamantados en una plaga, de jóvenes adoradores muriendo en un beso. De toda esa enfermedad yo soy doctor en mi sangre, y todo ese amor es un arbusto sembrado en el aliento.
Entonces mira, mis ojos, sobre esta fortuna cabeza hueca y explora las posturas de los muertos, toda la noche y el día ojeo el globo harapiento a través de periscopios con visión correcta desde la tumba, toda la noche y el día yo vago en estas mismas ropas de seda que enceran mis añosas costillas, toda la noche mi fortuna duerme en su sábana. Entonces mira, mi corazón, sobre el tesoro escarlata, y mira, mi grano, sobre el trigo que cae, toda la noche mi fortuna duerme en su sábana.
traducción: HM