Hacia el altar de la luz del búho

Autor: Dylan Thomas

Hacia el altar de la luz del búho el caballero yacía grave con sus furias, Abaddon en el padrastro rajado desde Adán, y, de su tenedor, un perro entre hadas, el comedor de atlas con una mandíbula para noticias, arrancó de un mordisco la mandrágora con el grito de mañanas. Entonces, ojos de penique, aquel caballero de heridas, viejo gallo de ningún lugar y el huevo del paraíso, con huesos desabrochados a los vientos de mitad de camino, nacido del ventoso salvamento en una pierna, raspado en mi cuna en una palabra andante aquella noche de tiempo bajo el refugio de Cristo: Yo soy los grandes caballeros del mundo, dijo él, y comparto mi cama con Capricornio y Cáncer.
Muerte es todas las metáforas, forma en una historia, el niño que chupó mucho está disparando, el pelícano que va por el planeta en círculos desteta en una arteria que los géneros desnudan, el niño de breve chispa en un país sin forma pronto enciende una larga antorcha desde la cuna. Los huesos en cruz horizontales de Abaddon, tú junto a la caverna sobre las negras escaleras, hueso anillado y hoja, las verticales de Adán, y tripulado a medianoche, Jacobo a las estrellas. Pelos de tu cabeza, dijo entonces el agente vacío, son salvo las raíces de ortigas y plumas sobre las obras empujando a través de un pavimento y cabeza de cicuta en el bosque de los climas.
Primero estuvo el cordero golpeando de rodillas y tres estaciones muertas en una tumba trepadora que era pastora de Adán en el rebaño de cuernos, trasero del gusano de cola de árbol que montó Eva,  encornada con el cráneo de los pies y de los dedos de los pies sobre estruendosos pavimentos en el jardín del tiempo, y rasgado de las bóvedes, tomé mi médula-cuna fuera de la arrugada furgoneta del enterrador, y Rip Van Winkle desde una cuna atemporal me sumergió hasta el pecho en el hueso descendiente, el carnero negro, engorroso del año, viejo invierno, vive solo entre su pliegue de carnero, subimos nuestros cambios de tiempo en la escalera, dijeron las antípodas, y dos veces repicó la primavera.
¿Cuál es el metro del diccionario?, ¿el tamaño del génesis? ¿el género de la chispa corta?, ¿sombra sin figura?, ¿la figura del eco del faraón? (Mi forma de edad regañando el susurro herido.) ¿Qué sexto de viento apagó a la ardiente gentuza? (Las preguntas son jorobadas para la médula del póquer.) ¿Qué del hombre de bambú entre los acres?, ¿encorsetar los cementerios para un muchacho torcido? Abróchate el corpiño sobre una joroba de astillas, los ojos de mi camello agujerearán a través de la mortaja. Reflexión de amores de los rasgos del hongo, todavía rotos a la noche en el campo bordeado de pan, una vez de cerca sonriendo en la pared de imágenes, arco de lámpara lanzado hacia atrás sobre la cortante inundación.

traducción: HM

Vistas: 1