Autor: Dylan Thomas
Luego del funeral, alabanzas de mula, rebuznos, sacudidas de orejas en forma de vela, golpecitos de sordina de una estaca en el grueso pie de la tumba, dientes en negro, los ojos salpicados, los estanques de sal en las mangas, golpe matutino de la pala que despierta el sueño, sacude a un muchacho desolado que degüella su garganta en la oscuridad del ataúd y derrama hojas secas, que rompe un hueso a la luz con una sentencia de peso luego de la fiesta del tiempo lleno de cardos y lágrimas en una sala con un zorro de peluche y un helecho rancio, me paro, por el bien de este memorial, solo en las horas lloriqueantes con los muertos, la jorobada Ann cuyo corazón encapuchado de fuente una vez cayó en charcos alrededor de los mundos resecos de Gales y ahogó cada sol (aunque esto para ella sea una monstruosa imagen ciegamente magnificada fuera de alabanza, su muerte fue una gota inmóvil, ella no me tendría hundiéndome en la sagrada corriente de la fama de su corazón, ella yacería sorda y profundo, y no necesitaría druida de su cuerpo roto). Pero yo, el bardo de Ann sobre un hogar elevado, llamo a todos los mares a servir su virtud de lengua de madera balbucear como una campana sobre las cabezas que entonan himnos, inclinar los muros del bosque de helechos y zorros que su amor canta y balancearse a través de una capilla marrón, sangra su espíritu encorvado con cuatro pájaros que cruzan. Su carne era blanda como leche, pero su estatua hacia el cielo con el pecho salvaje y bendecida, y el gigante esqueleto está tallado de ella en una sala con una ventana húmeda en una casa fieramente enlutada en un año torcido. Conozco sus manos humildes fregadas y agrias, yacen con religión en su calambre, su hilacha, susurro en una palabra húmeda, sus ingenios perforados hueco, su puño de un rostro murió aferrado a un dolor redondo, y la escultural Ann es setenta años de piedra. Estas manos de mármol cubiertas de nube, este monumental argumento de voz labrada, gesto y salmo me atormentará por siempre sobre su tumba hasta que el pulmón disecado del zorro se retuerza y llore amor y el helecho pavoneante deposite semillas en el alféizar negro.
traducción: HM