La crisis existencial de la nación más joven del planeta

Autor: Enkhtuya Ariunbold

En una región volátil, pocas áreas son más hostiles que las tierras llanas que rodean Abiemnom, ciudad emplazada en Sudán del Sur. A 2 kilómetros se encuentra la región petrolífera de Abyei, donde espasmos de violencia han dejado cientos de muertos este año. Un poco más allá está la frontera con Sudán, sumergida en una guerra civil y catástrofe humanitaria de dimensiones yemeníes o gazatíes. Cerca de allí operan las Fuerzas paramilitares de los vecinos del norte, y hacia el este está, en el estado de Warrap, el peligro de bandas criminales que azotaron Abiemnom en distintas partes del año. El sur y el oeste ofrecen menos respiro: allí están las milicias del estado de Unidad, que acaban de ser acusadas de masacrar civiles.

Este rincón de la nación más joven del universo sirve como microcosmos de la vorágine de rivalidades étnicas y enemistades históricas que amenazan con desgarrar a la adolescente nación de apenas 13 años de existencia. Con la misión de reducir las tensiones en Abiemnon hay unos 70 soldados de la ONU atrincherados en una modesta vivienda de un barrio desangelado.

“Es peligroso aquí” nos confirma el capitán Enkhtuya Ariunbold, espiando por el alambre de púas que rodea el perímetro de la base. Ariumbold es un militar mongol, de la capital más fría del planeta, Ulaanbaatar, donde las temperaturas llegan a 40 grados bajo cero. Esta mañana, los 35°C de Abiemnon hacen sudar gruesas gotas de su nariz. El señala un puente desvencijado, en el camino a Warrap: “Los bandidos vienen armados y disparan a los civiles, roban el ganado, todavía no se animaron a cruzar nuestro perímetro…”.

Pero una nueva amenaza emerge, una que según Ariunbold puede producir consecuencias inconcebibles. Sudán del Sur se prepara para su primera elección como país independiente. Lo que debería ser un momento de unificación para el estado embrionario rápidamente se ha transformado en una fuente de creciente ansiedad.

La votación es la etapa final de un acuerdo de paz firmado hace cinco años para terminar con la guerra civil que había dejado 400.000 muertos. Sin embargo, todos los indicios sugieren que la preparación del país para el complejo evento es insuficiente. El más veterano de los soldados de la ONU advierte que si hay acusaciones de fraude o corrupción, la nación va a volver a caer en una guerra civil, que pareciera ser su estado natural.

Nos comunicamos con Nicholas Haysom, jefe de la misión, quien nos atendió desde su frugal oficina en Juba, la capital. Haysom tiene a cargo a 14.000 efectivos, y está aguardando un batallón extra de 2.000, ello para contener una cotidianeidad violenta y desquiciada. El opina que Sudán del Sur está al borde del colapso otra vez. Una crónica crisis alimentaria, las presiones de 70.000 refugiados provenientes de Sudán y la declinación de la ayuda extranjera están probando la viabilidad del proyecto secesionista. La ruptura de un oleoducto crucial en Sudán puede ser el anuncio de una hecatombe final. El petróleo es el pegamento que mantiene unido a Sudán del Sur, representando el 90% de sus exportaciones. La economía está en una caída libre casi tan brusca como la argentina.

“Quiero subrayar que una nueva guerra acabará exterminando todo asentamiento humano” dice Haysom. El no es el único preocupado por la situación.

Programadas para diciembre, aún no se avanzó en el menor preparativo para el acto eleccionario, y se desconoce el sistema de votación que se usará. Los analistas y las estadísticas indican que toda elección en Africa conduce indefectiblemente a incidentes mortales. La incertidumbre en este país se agiganta a cada segundo.

Conversamos con otro soldado de la ONU, el teniente general Mohan Subramanian, quien nos reveló que el tráfico de armas y drogas en los últimos meses ha sido alarmante, ajeno a la tranquilidad requerida para llevar adelante un acto democrático. La mejor hipótesis es que todo se sumerja en un caos sangriento con pocas chances de supervivencia.

En Abiemnom, Ariunbold termina su patrullaje matutino. Nos comunica que sólo vio un par de cadáveres roídos por las hienas y no quiso acercarse a observarlas. Su conducta se puede apreciar en el comportamiento de los líderes globales –y locales- que orquestan y dirigen estas guerras calamitosas, y cuanto burdo proceso electoral se celebre en Africa o en cualquier punto de nuestro lindo planeta, arruinado por la maldad y codicia de los hombres (ricos).

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