Autor: Dylan Thomas
Nunca hasta la humanidad haciendo ave, bestia y flor, paternidad y toda oscuridad humillante cuenta con silencio la última luz rompiendo y la hora tranquila ha venido del mar tambaleando en su arnés, y yo debo ingresar nuevamente la redonda Sion de la cuenta del agua y la sinagoga de la oreja de maíz, dejaré rezar a la sombra de un sonido o sembraré mi semilla salada en el menor valle de arpillera para llorar la majestad y ardor de la muerte del niño. No asesinaré a la humanidad de ella yendo con una grave verdad ni blasfemaré las estaciones del aliento con ninguna otra elegía de inocencia y juventud.
Profunda con el primer muerto yace la hija de Londres, vestida en los amigos de siempre, los granos más allá de la edad, las oscuras venas de su madre, secreto por el agua sin luto del Támesis cabalgando. Luego de la primera muerte, no hay otra.
traducción: HM