Autor: Ozut Calzan
Docenas de legisladores se enfrascaron en una reyerta con golpes de puño en el parlamento turco, mientras discutían sobre levantarle la inmunidad parlamentaria de un diputado de la oposición encarcelado. La refriega duró media hora, dejando dos legisladores contusos, y la suspensión de la sesión. Sin embargo, cuando los ánimos se apaciguaron, se rechazó restaurar el mandato del abogado y activista Can Atalay, quien conquistó su lugar haciendo campaña desde su celda.
La contienda comenzó cuando el diputado Alpay Özalan, del gobernante AKP, le lanzó un golpe a Ahmet Şık, miembro del TIP (partido de los trabajadores de izquierda de Turquía), quien estaba condenando el trato que se le depara a Atalay.
“No me sorprende que llame a Atalay un terrorista” dijo Şık. “Todos los ciudadanos deberían saber que los más grandes terroristas de este país son los que están sentados allí” –completó el diputado zurdo, señalando a la bancada oficialista.
Özalan, ex futbolista, caminó al lugar del orador y mandó a Şık al suelo, como se puede observar en los videos que registraron la escena. Mientras Şık era golpeado en el piso varias veces por los legisladores erdogánicos, otros legisladores rivales se sumaron a la pelea. En un video que sirve de epílogo a la misma, se aprecia a personal de limpieza y mantenimiento quitando manchas de sangre del suelo. Dos diputados se encuentran internados por las heridas, ambos opositores al gobierno de Erdogan.
Özgür Özel, líder del principal partido opositor, CHP, denunció la violencia. “Me avergüenza haber sido testigo de esta situación” –declaró ante la prensa.
El presidente del parlamento dijo que los diputados involucrados en la lucha boxística serán sancionados.
A Atalay lo desaforaron en enero, luego de vanos esfuerzos de sus pares por detener los procedimientos. El es uno de los siete abogados sentenciados en 2022 a 18 años de cárcel tras un juicio que también condenó al filántropo Osman Kavala a cadena perpetua. Desde la prisión, Atalay, de 48 años, se postuló como diputado por la provincia de Hatay, asolada por el terremoto de 2023. Su victoria condujo a un enfrentamiento legal que puso a Turquía al borde de una crisis constitucional. La decisión del parlamento de expulsarlo vino después de que la corte suprema lo declarara culpable. Sin embargo, recientemente sacó otra sentencia donde expone que su remoción se puede considerar “nula e ilegítima”.
Así están las cosas en Turquía en el orden interno, mientras en el externo, Erdogan se la pasa amenazando en vano a Israel de que va a hacer algo para detener el genocidio sin movilizar ni a un turco para ello. A su vez, continúa el conflicto con Grecia por Chipre y la OTAN lo sigue presionando para que desista de sus buenas relaciones con Rusia. En este contexto, el turco Erdogan hace lo que puede: a Occidente no le gustará pero hasta ahora se ha comportado como un fiel “son of a bitch”: que los kurdos sean sus principales enemigos no les molesta a sus pares otanescos.