Autor: Cullen, Countee
Ellos en sus crueles trampas, y nosotros en las nuestras, examinan la rabia de cada uno, y pasan las horas lamentándose del dolor del otro, para mitigar su propio y feroz destello de dolor. El hombre sólo podría proferir poco a cambio, salvo que sus jaulas tienen un alcance más amplio. Aquel león con su señorial, indómito corazón, tiene en algún hombre su contraparte humana, algún alma elevada en sueños y visiones envueltas, pero seguramente atrapada en la asfixiante carne. ¡Aguila enjuta cuyos crudos piñones manchan los barrotes que te aprisionan, así los hombres lloran por las estrellas! Algunos cavan como el topo lejos bajo tierra (su naturaleza es para excavar, no estar atado), algunos, como la serpiente, con ojo perezoso e inmutable, no se sacuden, pero duermen y se consumen donde yacen. ¿Quién es más desgraciado, estos enjaulados, o nosotros, atrapados en una vastedad más allá de lo que nuestros ojos puedan ver?
traducción: HM