A John Keats, poeta, en tiempo de primavera

Autor: Cullen, Countee

No puedo mantener mi paz, John Keats, nunca hubo una primavera como ésta, es un eco que repite mi última canción del año y la bendición del año que viene. Sé, a pesar de lo que dicen todos los hombres de la belleza, que tú la has sentido más. 
Sí, su modo está dispuesto hasta en tu tumba. Pobre fantasma lírico, preocupado, la primavera nunca fue tan bella y querida como la belleza la hace parecer este año.
No puedo mantener mi paz, John Keats, estoy tan indefenso en el trabajo de primavera como cualquier cordero que balando sienta retroceder la tierra firme bajo sus patas enclenques.

La primavera toca a rebato a aquellos que la aman, ¡y sí!, los pétalos del cornejo cubren su pecho con corrientes de nieve, y lisas gaviotas blancas vuelan gritándole, y besan su mejilla, mientras lilas blancas y púrpuras reúnen una fuerza que las soporta a un racimo de color y olor, por su bien todas las cosas que dormían ahora están despiertas.

Y tú y yo, ¿deberíamos yacer quietos, John Keats, mientras la belleza nos convoca? De algún modo siento que tu sensible voluntad está pulsando algún trémulo camino de savia de un arce cuyas hojas se vuelven música mientras crecen, desde que tu voz salvaje está en ellas, un arpa que se lamenta por la vida que abre la oscura puerta de la muerte. Aunque polvo, tus dedos todavía pueden empujar la visión espléndida a un nacimiento, aunque ahora trabajen como césped en el silencio de la noche en la ancha y dulce página de la tierra.
‘John Keats está muerto’ dicen ellos, pero yo, que escucho tu completo grito insistente en brote y flor, hoja y árbol, sé que John Keats aún escribe poesía. Y mientras mi cabeza está inclinada hacia la tierra para leer la nueva vida que brotó de tu sepulcro, la gente viéndome debe pensar que es extraño que meramente la primavera trastorne tanto mi mente. Ellos no saben que tú, John Keats, te sigues divirtiendo conmigo también.

traducción: HM

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