Autor: Un-ryong
Militares norcoreanos prometieron ayer que destruirán totalmente a sus enemigos en caso de una guerra, cuando su líder Kim Jong-un les dé la orden, en el aniversario del armisticio que puso en pausa la guerra de Corea, en la que Estados Unidos está metido hasta el gaznate.
Los generales Ri Un-ryong y Yu Kyong-song ofrecieron una conferencia de prensa al final de una semana donde arreció el odio hacia Estados Unidos y Corea del Sur, luego de un encuentro con Jong-Un en la agencia de prensa estatal norcoreana.
Las relaciones diplomáticas entre el país asiático y la primera potencia mundial han sido nulas desde la “suspensión” de la guerra, y la desnuclearización de Corea del Norte ha quedado totalmente olvidada desde 2019. Los generales norcoreanos aseguraron que las cosas no van a cambiar, gane quien gane en las próximas elecciones estadounidenses. Más aún, Un-ryong dijo: “Nuestros vecinos, provistos por Estados Unidos, hace rato nos están provocando y agrediendo de mil maneras para establecer un escenario bélico más en un mundo donde sobran los genocidios y las matanzas impulsadas por la codicia imperial. Nosotros estamos fortaleciendo nuestro temple y llegado el momento, lanzaremos un devastador ataque que los dejará pasmados y sin capacidad de respuesta. Creen que esto es un juego pero nosotros nos jugamos la vida en ello”.
Para Corea del Norte el “día del armisticio” es vivido como el recuerdo de una victoria hazañosa, mientras en Corea del Sur les resulta indiferente, y ni siquiera es feriado. Saben que el fin de las hostilidades nunca se produjo, y que técnicamente siguieron en una guerra de baja intensidad con los vecinos comunistas.
En una visita a Tokio, el secretario de defensa estadounidense Lloyd Austin y su par nipón, Minoru Kihara, se juntaron con el ministro de guerra surcoreano, Shin Won-sik, para firmar un acuerdo trilateral en donde se comprometen a realizar ejercicios militares constantes y a mantener una alerta máxima ante las amenazas norcoreanas. A la vez, Estados Unidos y sus países-cipayos asiáticos también están haciéndole activamente la guerra a China, que seguramente colaborará con Kim Jong-Un y los suyos a la hora de los bifes. Sea como fuere, el pueblo norcoreano confía en la sagacidad y la pericia de su líder para vencer en una contienda que tranquilamente podría terminar de destruir la hegemonía estadounidense, en lo que sería el comienzo de un mundo con menos crueldad, porquería neoliberal y genocidios.