Autor: Cullen Countee
Voy por un lugar todo vacío y no la encuentro en ninguna habitación, las velas y las lámparas que enciendo descienden ante un viento de penumbra. El polvo yace esparcido por todas partes, un lugar triste, justo para escribir su nombre o dibujar su cara del modo en que ella lucía aquella legendaria noche que vino.
La vieja casa se desmorona poco a poco, cada día oigo el ominoso estruendo que dice que otra renta está allí para que los vientos la atraviesen y las tormentas la inunden.
Mis huertos gimen y se caen con fruto, donde, indias-sabias, giran las abejas, los dejo pudrirse sobre el arbusto, como lo que cae sobre el suelo.
Las pesadas vacas andan laborando en agonía con pezones congelados, mis manos están flojas, mi sangre está fría, me maravilla que mi corazón aún lata.
No tengo voluntad de llorar o cantar, ni el menor deseo para rogar o maldecir, la pérdida de amor es una cosa terrible, mienten quienes dicen que la muerte es peor.
traducción: HM