Autor: McKay, Claude
Inclino mi alma en adoración muy bajo y me pierdo en los sagrados silencios. Me inclino delante del hombre de mármol de la desdicha, me inclino ante la hueste del ángel cantor, qué gloria enjoyada llena el ojo de mi espíritu, ¡qué grandeza dorada mueve lo más profundo de mí! Los arcos crecientes me levantan en lo alto tomando mi aliento con su rara simetría.
Inclino mi alma y dejo que la maravillosa luz de la belleza te bañe desde su elevado trono, me inclino ante la maravilla del poder del hombre. Me inclino en adoración, humilde y solo, me inclino bajo ante la visión sagrada de la divinidad del hombre vivo en piedra.
traducción: HM
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