Autor: McKay, Claude

Tu voz es el color de un pecho de petirrojo, y hay un dulce sollozo en ella como lluvia, lluvia quieta en la noche. Entre las hojas del árbol trompeta, cerca de su nido, la paloma guisante canta, y cada nota me estremece con extraño deleite como las palabras, mojadas con música, que brotan de tu garganta temblorosa. Tengo miedo de tus ojos, son tan atrevidos, buscándome, leyendo mis pensamientos, brillando como oro. Pero a veces son gentiles y suaves como el rocío de los labios de la eucaris antes de que el sol venga cálido con su beso de amante. Tú eres espuma de mar, pura con el cariño de la estrella, inmortal, una flor, un hada, demasiado bella para la tierra esquilada de belleza. Todas cosas maravillosas, todas cosas maravillosas, dieron de su riqueza a tu nacimiento. ¡Oh, te amo tanto, sin considerar la pasión, que siento que está mal! Pero hombres te amarán, flor, hada, espíritu no mortal cargado de carne, por siempre, larga vida.

traducción: HM

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