Autor: McKay, Claude

Era la plata, la vista envolviendo el corazón de la misteriosa línea de mar a lo lejos, vista sólo en un día resplandeciente de blanco oro, que la hacía querida y hermosa a ti. Y Laura la amaba por la pequeña colina donde el cuarzo chispeaba fuego, estéril y mortecino, desde donde a la sombra del sol moribundo, ella contemplaba el molino de madera de Hallow. 
Mientras Danny disfrutaba de la hierba alta protectora, sobre la cual él yacía una noche seca y despejada, para escuchar y ver, hábilmente ocultos a la vista, a los felices amantes del paso del valle.
¡Pero oh! Yo la amaba por la gran luna redonda que se balanceaba entre las nubes y embelesaba en lo alto, ardiendo con pasión, gloriosamente suave, alumbrando las fragantes flores púrpuras de junio.

traducción: HM

Vistas: 0
Compartir en