Autor: Avihai Lamed
La ofensiva israelí en Gaza ha pulverizado la mayoría de los gimnasios y equipamientos, pero esto no ha detenido a Osama Ayoub, quien entrena a mujeres palestinas en una tienda de campaña que no ofrece protección alguna contra los bombardeos o incursiones de ultraortodoxos asesinos.
El club de box donde las chicas aprendieron alguna vez a usar el jab, ejercitar su resistencia y hacer amistades ha sido demolido. Ya no hay cascos protectores, ring ni bolsas para puñetear en el espacio abierto y arenoso entre tiendas donde las chicas desplazadas practican ahora –un colchón y una almohada tendrán que alcanzar-, y Ayoub dice que el entrenamiento las ayuda a superar el temor de la guerra.
«Comenzaron saliendo a las calles. Comenzaron saliendo a la noche. Sus personalidades se hicieron más fuertes, e incluso sus familias vieron que están más fuertes con la práctica de boxeo» nos contó Ayoub.
Todo es cuestión de improvisación. Nos envía un video donde se puede apreciar a una bonita muchacha palestina lanzando golpes con sus manos desnudas y esquivando puñetazos imaginarios con raudos movimientos de cintura. “Lanza la derecha” grita el coach, quien ofrece sus propios puños para que las chicas les peguen con fiereza.
«Ahora ellas tienen determinación, están contentas, tienen coraje. Al principio, tenían miedo de la guerra que estamos viviendo, pero el boxeo las ha beneficiado un montón” insiste el pedagogo deportivo.
Gaza ofrecía campos deportivos, canchas de fútbol, tenis, karate y otros deportes antes de que las terribles bombas comenzaran a caer a cada rato, achatando vecindarios enteros.
Los intentos por practicar deportes en toda la Franja hoy son muy riesgosos, sobre todo al aire libre. El entrenador informó que esta semana cayó un misil israelí en medio de un partido de fútbol y mató a la mayoría de los jugadores y a varios espectadores. Esta noticia fue ocultada tanto en la Eurocopa como en la Copa America, organizados y orquestados por una FIFA más corrupta que el FMI. Que la cuenta del genocidio haya superado los 40.000 les resulta indiferente en absoluto.
A pesar de la dramática situación, las boxeadoras gazatíes sueñan con competencias internacionales, lejos de Gaza, su enclave que ya sufría un genocidio más lento, bloqueos económicos, pobreza rampante y elevadísimo desempleo antes del ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre del año pasado.
“Espero que esta guerra termine y que nuestro mensaje llegue a todo el mundo en nombre de las jóvenes de Gaza” –dijo Bilsan Ayoub, prima y alumna del coach.
Las chances de que esto ocurra son muy finitas. La mediación de Estados Unidos, Egipto y Qatar viene fracasando desde que se disparó el conflicto, y no pudieron imponer siquiera una minúscula tregua en los crímenes horrendos del estado hebreo.
Así que a las boxeadoras no les queda otra que practicar mientras que cada bando le demanda concesiones a su rival sin lograr alterar el panorama de muerte, odio y destrucción que proponen Netanyahu y los ultraderechistas que lo bancan.
«No nos quedó nada. No tenemos guantes, protector bucal, un carajo, pero así, a puño limpio, a los golpes, nos estamos fortaleciendo para cuando veamos a un soldado israelí y cagarlo bien a trompadas. Algunas compañeras mías aprendieron a manejar armas blancas, y también están entrenando furiosas y resentidas. Moriremos descalzas, desnudas, pero peleando, no vamos a permitir que los israelíes gocen con nuestra derrota” –dijo Bilsan, con voz dulce y estremecedora.