Autor: McKay, Claude
Su espíritu ascendió en humo al alto cielo, su padre, por la más cruel vía de dolor, lo había invitado a su seno una vez más, el horrible pecado permanecía aún sin perdón. Toda la noche una estrella brillante y solitaria (tal vez, la que siempre lo guió, aún lo entregó al final al salvaje capricho del destino), colgado penosamente sobre la cuerda carbonizada. Amaneció el día, y pronto las mezcladas multitudes vinieron a ver el espantoso cuerpo balanceándose al sol, las mujeres se agolpaban para mirar, pero jamás una mostró lástima en sus ojos de azul acerado, y pequeñas muchachas, que serán linchadoras, bailaron alrededor de la espantosa cosa con diabólico regocijo.
traducción: HM
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