Autor: McKay, Claude

¡El amanecer, el amanecer! El tinte carmesí viene desde los bajos cielos quietos, sobre las colinas, ¡tejados y agujas de Manhattan, y cúpulas sin alegría! ¡El amanecer! Mi espíritu se estremece a su espíritu. Casi la poderosa ciudad está dormida, no hay multitud que empuja, no hay pies pisando, pisadas. Pero aquí y allí se arrastran unos pocos autos gimiendo a lo largo, por encima y bajo la calle, soportando sus cargas extrañamente fantasmales, las mujeres y los hombres de noches chillonas, sus ojos debilitados por el vino y sus ropas desarregladas, grotescos bajo las fuertes luces eléctricas. Las sombras menguan. El amanecer viene a New York. Y yo me rebelo oscuramente a mi trabajo.

 

traducción: HM

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