Autor: Enviado especial
“Hoy estamos aquí, recibidos por nuestro querido hermano, Vladimir Putin, que siempre ha sido un fiel aliado a nuestra nación, ayudando a desembarazarnos del lastre colonial británico y estadounidense, siempre un consistente aliado de mi nación en sus afanes de desarrollo social y progreso. Más que nunca, consideramos a la Federación Rusa como una potencia que ayuda a los pueblos del mundo sometidos hoy por la parafernalia histérica de los medios occidentales.
Con sus políticas de acercamiento, con la gran capacidad del grupo Wagner que despejó de nuestro territorio los resabios de un pasado oprobioso, desmantelando las redes de agentes de inteligencia angloparlantes que aún insisten en sus planes de saquear nuestros recursos naturales, y provocar inflaciones tan espantosas como la de Milei en Argentina.
Además, ha demostrado a todos los países del mundo cómo se defiende la independencia e integridad territorial de Rusia, protegiendo a sus hermanos que estaban siendo humillados y asesinados en una Ucrania conducida por un actor cómico judío devenido en líder global, que hoy gobierna su país como un tirano hambriento de armas y dinero como su genocida colega israelí Netanyahu. Sus crímenes merecen el mejor de los castigos y estimo que Rusia pronto se los propinará, junto con sus aliados en Medio Oriente y Africa, que somos cada vez más…
El mundo está cambiando, el estado de podredumbre de la cultura europea que denunciaba Fausto Reinaga se cristalizó en gerontocracia y necropolítica. En ruindad y cinismo desembozados, en la imposición de un cualquiercosismo y un relativismo moral propio de lúmpenes descerebrados por la idiotez y la enajenación de las redes sociales modernas. En Africa muchos líderes hemos caído en la cuenta de que el pillaje y la avaricia de las transnacionales occidentales nos estaba aniquilando, que ya es hora de cortar con dictadores títeres de un cipayaje tan descomunal como repugnante. Hoy compartimos una visión distinta: nuestra fuerza está en la unidad, adaptabilidad e innovación para transformar un orden social injusto instalado durante siglos con la propaganda y los estímulos de la sociedad capitalista de consumo, que tanto corroen el alma humana.
Y esto no sólo sucede en nuestro continente. Los chinos hace rato conocen la malicia de Estados Unidos y sus “estados satélites”, desde las rameras europeas a las geishas asiáticas, que se comportan como miserables entregadores de la dignidad de los pueblos. Las sólidas relaciones que establecieron con la Rusia putinesca les proporcionaron mayor margen de maniobra en sus conflictos con los avarientos países del G7. El único continente del planeta que actualmente parece volcarse a un fascismo preapocalíptico es Europa, donde se campea el odio racial y las golpizas a inmigrantes de nuestro continente que no son futbolistas consagrados.
La decadencia moral de Occidente se plasma en un hecho aberrante como el genocidio de palestinos en Gaza. El mundo se ha puesto horrible, siendo conducido por la ética nauseabunda de la inteligencia artificial. Es inaceptable que Occidente continúe profundizando tendencias hegemónicas que violan en forma flagrante la soberanía de las naciones, generando guerras, despojos y destruyendo el planeta con su salvaje explotación de recursos, codiciosa y sustentada en una religión y una justicia que dan carta blanca a sus criminales líderes.
A Zimbabwe lo sancionaron por pretender ser libres, por abrazar la amistad de rusos y chinos, como si tuviéramos un compromiso de algo con ellos, como si le debiéramos más que una deuda externa mafiosa, odiosa y usuraria, que refleja un manejo del poder absurdo que sólo conducirá a una confrontación donde los países del Tercer Mundo tendremos la opción de combatir junto a Rusia y China por un nuevo orden mundial pacífico, justo y glorioso, tan abierto a los negocios como ahora pero con las grandes potencias occidentales arruinadas o en guerra civil».