Tribu mbya guaraní resiste desalojo en sus tierras inundadas

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El sur de Brasil se encuentra aislado por tercera semana consecutiva luego de las trágicas inundaciones acaecidas en el estado de Rio Grande do Sul. Pero una diminuta comunidad indígena se niega a evacuar sus sagrados territorios ancestrales, que se encuentra en disputa con desarrolladores inmobiliarios inescrupulosos. Los mbya guaraní se asentaron en una península del sur de Porto Alegre en 2018, y no están dispuestos a abandonar sus chozas menesterosas repletas de objetos shamánicos.

La comunidad se ha enredado en reyertas judiciales con Arado Empreendimentos Imobiliarios, empresa que planificó un desarrollo residencial de más de 400 hectáreas y que se considera dueña de los acres habitados por los mbya. El saldo provisorio de las lluvias récord que tuvo el estado en abril y lo que va de mayo es de más de 160 muertos, casi 200 desaparecidos y más de 500.000 desplazados (evacuados). Aún con este devastador panorama, los líderes de la comunidad dicen que no se van a ir. Hablamos con Timoteo de Oliveira Karai Mirim, un jefe de 62 años, quien nos envió una foto de su acuática vivienda y nos explicó: “Cuando todo esto se seque me voy a mudar a Ponta do Arado, donde están construyendo los empresarios que robaron nuestra tierra. Ellos seguramente dirán que no tengo derecho pero allí me quedaré. Ya elegimos el lugar y ahora tenemos leyes que nos protegen, se fue Bolsonaro, que fue nefasto en todos los sentidos posibles, y vino el bueno de Lula”.

Los dueños de Arado Empreendimentos reconocieron que las cortes federales protegen a los mbya, y que la Corte Suprema brasileña aún no se ha expedido sobre la demarcación de las tierras indígenas. Por eso, piensan proseguir su litigio con “los indios” (como los llaman ellos, tanto en sus reuniones informales como en las formales), y consideran mandarles matones para que los echen a patadas si se llegan a mudar a las partes altas, único lugar donde no han de morir ahogados, que según sus documentos es de su propiedad. Esta postura fue expuesta explícitamente por el vocero de la compañía Iboty Brochmann Ioschpe.

Kreta Kaingang, líder de APIB (Articulación de los Pueblos Indígenas del Brasil), dijo que los mbya temen desplazarse porque saquearán sus pertenencias, y no tienen ganas de encerrarse en un refugio urbano, alejado de su hábitat natural. De modo que continúan acampando en el área, aún cuando el elevado río Guaiba se tragó 10 metros de franja de arena y destruyó sus cinco casas de bambú, arruinando colchones, atuendos y comida. Las aguas cenagosas también inundaron  el camino por el cual se accedía a su bucólica aldea.Diecisiete personas distribuidas en cuatro familias viven en comunidad, con sus patos, gallinas y perros. Con un bote roto y sin senderos accesibles, dependen de que las aguas desciendan para sobrevivir. Algunos dicen que no se pueden ir aunque quisieran. Conversamos con yerno del jefe mbya, Pablo Natalicio de Souza, quien nos reveló: “No hay cómo llegar a la ciudad, y tampoco se puede ir por el agua porque te lleva a cualquier parte. No hay manera de salir de aquí, pero estamos contentos y orgullosos”.

De acuerdo con Kaingang, los mbya es la única tribu aislada por las inundaciones. El desastre afectó a 30.000 indígenas , según una estimación del Ministerio de los Pueblos Indígenas. Finalmente, consultamos a la ministra Sônia Guajajara y amablemente nos contó que están atendiendo a las familias más afectadas, dándoles contención emocional y alimentaria, y que el gobierno ha sacado leyes especiales para afrontar la catástrofe.

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