Autor: Brooke, Rupert
Oscila el camino aún por hondonada y colina, y todo el mundo es una canción, “ella está lejos” me canta, “pero linda” me llama, “tranquila” se ríe, “¡y fuerte!»
¡Oh!, a pesar de las millas y años entre nosotros, a pesar de tu parte elegida, yo recuerdo, y voy con risa en mi corazón.
Entonces encima del pequeño pueblo que desconozco, desde el pueblo de la colina blanca, escalo, y recuerdo, y observo el día descender.
Dorado es mi corazón, y el mundo es dorado, y un pico coronado de luz, y el aire yace quieto alrededor de la colina con el primer temor de la noche, hasta que el misterio truena por el valle silencioso, y la oscuridad está aquí, y el viento sopla, y la luz se va, y la noche está llena de miedo, y yo sé, una noche, en alguna altura lejana, en la lengua que nunca conocí, todavía escucharé las claras novedades de aquellos que fueron tus amigos.
Ellos llamarán las noticias de colina en colina, oscuro e incómodo, tierra y cielo y los vientos, y yo sabré que tú estás muerta.
No escucharé tus trentales ni comeré tu pan de arval porque tus parientes seguramente harán su deber junto a la muerta.
Sus pequeños y aburridos ojos grasientos se humedecerán, ellos te darán zarpazos, y tragarán de nuevo. Ellos llorarán y moquearán, y sus pensamientos se arrastrarán como mariposas sobre la carne fresca.
Ellos pondrán un penique en tus ojos grises, atarán tu quijada caída, y te dispondrán derecha, los locos que te amaron, porque ellos eran tu parentela.
Ellos alabarán todo lo malo de tí, y callarán el buen modo, y se preguntarán cómo harán sin tí, y luego se irán.
Pero más callada que uno durmiendo, y más extraña que lo viejo, tú no te agitarás por el llanto, no te importará el frío, pero por la noche los labios no se reirán, las manos estarán en su lugar, y al fin el cabello yacerá quieto alrededor del rostro quieto.
Con hocico y moco y pañuelo, y sombría y decorosa alegría, con jamón y jerez se reunirán para enterrar a la muchacha más señorial de la tierra.
Los pequeños corazones muertos vagarán sin pena detrás de tí solitarios, el corazón tan elevado, el corazón tan vívido, el corazón que ellos jamás conocieron.
Yo no escucharé tus trentales, no comeré tu pan arval, ni con aliento petulante diré mentiras de muerte a los muertos que no responden.
Con moco, hocico y pañuelo, la gente que no te quería te enterrará, y se irá a casa preguntándose. Y tú no.
Pero riendo y a medio camino del cielo, con viento, colina y estrella, yo aún mantendré, antes de dormirme, tu Ambarvalia.
traducción: HM