Autor: Brooke, Rupert
Aquí, donde la materia del amor se hace cuerpo, brazo y costado están apuñalando dulce contra la silla y lámpara y pared. En cada contacto más íntimo se ocultan significados, y cerebros ardientes son el corazón blanco de todo.
Aquí, millones de pulsos a un latido central: cerrado por la vasta amistad de los hombres, solos, dos pueden ser bebidos con soledad, y encontrarse en el punto exacto donde el sentido y el conocimiento son uno.
Aquí la noche real verde-púrpura tintineante, y las líneas rectas y paredes silenciosas de ciudad, y rugido, y resplandor, y polvo, y miríada de transeúntes imperecederos, pináculo y corona, los cielos más intensos entre rostros cercanos, junto al feroz fuego extático sin aire de la lámpara, y hemos encontrado amor en pequeños lugares ocultos, bajo grandes sombras, entre la niebla y el fango.
¡Quédate!, aunque los bosques sean silenciosas, y hayas escuchado a la noche arrastrarse a lo largo de los setos. ¡Nunca vayas donde el follaje enmarañado envuelve al pájaro que llora, y los vientos remotos suspiran, y fluyen las aguas!
A menos que –como nuestras palabras caen tontas en mediodías sin viento, o corazones se tornan acallados y solitarios, bajo estrellas ignorantes y lunas desconocidas, o arbustos inclinados, cerrados y quietos como muerte, inconscientes y desapasionados y tranquilos, como nubes nos inclinamos y contemplamos como lo hacen hojas brillantes, y gradualmente por la colina más extraña nuestros amores sin muros se disuelven en aire vacuo,
Y de pronto no hay sentido en nuestro beso, y tu rostro erguido y encendido se torna, donde yacemos, más solitario y terrible que la luz del sol, y sordo y loco y sin ojos como el cielo.
traducción: HM