Autor: Rupert Brooke
He sido un amante tan grande: lleno de días tan orgullosamente con el esplendor de la alabanza del amor, el dolor, la calma, y el asombro, deseo ilimitado, y aún contento, y todos los queridos nombres que usan los hombres, para engañar a la desesperación, para las ciegas y perplejas corrientes que soportan nuestros corazones al azar por lo oscuro de la vida. Ahora, antes de que el silencio impensado en aquel esfuerzo nos robe, debería engañar a la muerte soñolienta hasta ahora, mi noche será recordada por una estrella que ensombreció a todos los soles de todos los días de los hombres. ¿No los debería coronar con inmortal alabanza, a quienes he amado, que me han dado, que han compartido altos secretos, y en la oscuridad se arrodillaron para ver la inenarrable cabeza de dios del deleite? El amor es una llama: hemos balizado la noche del mundo. Una ciudad: y la hemos construido, ellas y yo. Un emperador: le hemos enseñado al mundo a morir. Así, por su bienestar he amado, antes que me vaya de aquí, y la elevada causa de la magnificencia del amor, y para mantener jóvenes lealtades, escribiré aquellos nombres dorados para siempre, águilas, llamas llorando, y las pondré como un cartel, que los hombres podrán conocer, para desafiar a las generaciones, arder y soplar afuera en el viento del tiempo, brillando y fluyendo…
A estas he amado: copas y platos blancos, resplandecientes de limpios, anillados con líneas azules, y plumoso, polvo de hadas, techos húmedos, bajo la luz de la lámpara, la fuerte corteza de pan amistoso, y comida muy sabrosa, arcoiris, y el humo amargo y azul del bosque, y gotas de lluvia radiantes recostadas en flores frescas, y las mismas flores, que se balancean durante horas soleadas, soñando en polillas que las beben bajo la luna, entonces, la fresca amabilidad de las sábanas que pronto suavizan los problemas, y el rudo beso de hombre de sábanas, madera granulada, cabello vivo que está brillando y libre, nubes de azul compacto, la desapasionada belleza dispuesta de una gran máquina, la bendición del agua caliente, pieles para tocar, el buen olor de ropa vieja, y otros parecidos, el cómodo olor de dedos amistosos, fragancia de cabello, el olor a humedad que perdura cerca de hojas muertas y los helechos del año pasado… Nombres queridos, y ¡y otros miles se agolpan hacia mí! Llamas reales, la dulce risa del agua del grifo o del manantial, agujeros en el suelo, y voces que cantan: voces en risa, también, y dolor del cuerpo, pronto se torna en paz, y el tren jadeando profundo, arenas firmes, el pequeño borde opaco de espuma que se oscurece y mengua cuando la ola vuelve a casa, y piedras lavadas, alegres por una hora, la fría gravedad del hierro, moho de tierra negra húmeda, sueño, y elevados lugares, huellas de pies en el rocío, y robles, y castañas de indias marrones, brillantes retoños, y varas recién labradas, y estanques brillando en el césped, y estos han sido mis amores. Y estos pasarán, más allá de lo que no pase, en la gran hora, ni toda mi pasión, todas mis oraciones, tienen el poder de mantenerlos conmigo a través de la puerta de la muerte. Ellos jugarán al desertor, girarán con el aliento del traidor, romperán el alto lazo que hemos hecho, y venderán la confianza del amor, y el pacto sacramental al polvo. Oh, nunca una duda pero, en algún lugar, me despertaré, y daré lo que ha quedado del amor nuevamente, y haré nuevos amigos, ahora extraños… Pero lo mejor que he conocido permanece aquí, y cambia, se rompe, se pone viejo, es soplado por los vientos del mundo, y se desvanece de los cerebros de hombres vivientes, y muere. Nada permanece. Oh, mis queridos amores, oh, infieles, una vez más este último regalo doy: que luego que los hombres conozcan, y amores tardíos, removidos lejos, los alabaré, “Todos estos eran adorables”, dirán, “El ha amado”.
traducción: HM