Autor: Rupert Brooke
Cuando ella duerme, su alma, lo sé, se va como una paseante en el aire, vuela donde yo jamás podré ir, la deja allí yaciendo, quieta y bella, esperando, vacía, puesta a un costado, como un vestido sobre una silla… Esto lo sé, y aún conozco dudas que no pueden ser negadas.
Porque si el alma no está en su lugar, ¿qué es lo que molesta a su rostro? Y allí
no hay nada de sabio ni precavido tras las cortinas de sus ojos, ¿qué es, en el eclipse de sí, sombras, suaves y de paso por los rincones de sus labios, la sonrisa que es esencialmente ella? Y si el espíritu no está allí, ¿por qué el pelo tiene fragancia?
traducción: HM
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