Autor: Rupert Brooke
Para miembros tullidos no anhelo piedad, ¡que nunca fueron veloces! Todavía todo lo que aprecio, risa, pensamiento y amigos, los tengo, no un tonto que lance lujuriosos suspiros por los bosques y colinas que jamás conoceré. ¡El camino más excelente aún es mío! Y tú, cargada de flores llegas a la célula blanca y limpia, y hablamos como siempre, ¿no soy el mismo? Amamos con nuestros corazones, inmutables, tú sin piedad, yo sin vergüenza. Hablamos como antaño, como antes tú sales bajo el cielo, y riendo, y yo sé, revoloteas por las calles, tu corazón todo mío, hasta que ganas el mundo más allá del pueblo. Entonces, me desvanezco calladamente de tu corazón. Y tus pasos se aceleran, las fuertes sonrisas de abajo te dan la bienvenida, los bosques que te aman acercan sus brazos conquistadores sobre ti.
¡Oh siempre moviéndote, oh, ágil y libre! Rápido en mi prisión de lino presiono sobre barras impasables, o río vacíamente en mi gran soledad. Y todavía en la cama blanca y pulcra me esfuerzo más impotentemente contra aquel hierro, siendo menos ahora que un pensamiento, incluso, a tú sola con tus colinas y cielo.
traducción: HM