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Autor: Rupert Brooke

Desde las velas y mudas sombras, y la casa donde el amor ha muerto, me robé a la vasta luz de la luna y el susurro de la vida exterior. Pero no encontré labios de confort, ni hogar en la luz de la luna (yo, pequeño, solo y atemorizado en la noche inamistosa), y ningún significado en las voces…

Lejos sobre las tierras y a través de la oscuridad, más allá del océano, ¡quise pensar en ti! Porque sabía, si hubieses estado conmigo hubiese sabido las palabras de la noche, encontrado paz de corazón, hubiese ido contento al confort de aquella luz.
¡Oh!, el viento con suave seducción robaba mi pensamiento afuera, y la noche, sonriendo sutilmente, vino por el camino de plata, y la luna descendió y bailó para mí, y su túnica era blanca y volando, y árboles inclinaron sus cabezas hacia mi llorando misteriosamente, y voces muertes se arrastraban a mi alrededor, y suaves dedos muertos se estremecieron, y los pequeños dioses suspiraron…

Pero siempre desesperadamente quise, hasta que todo se puso suave, lejano y silencioso…

Y de repente te encontré blanca y radiante, durmiendo tranquilamente, lejana a través de mareas de oscuridad. Y allí en aquella gran luz yo ya no estaba solo, ni temeroso, porque allí, en la noche hogareña, no había otro pensamiento que preocupara, y ninguna otra cosa era verdad, salvo el fuego blanco de la luz de la luna, y un blanco sueño de ti.

traducción: HM

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