Por la noche azul las columnas interminables presionan en silencioso tumulto, se rompen, ondean y fluyen, ahora pisan el lejano sur, o levantan rondas de nieve hasta el cariño oculto de la blanca luna. Alguna pausa en su grave vagar sin camaradas, y giran con profundo gesto vago y lento, como quien reza bien por el mundo, pero conoce su vacía bendición mientras ellas bendicen.
Dicen que los muertos no mueren, sino que permanecen cerca de los ricos herederos de su dolor y alegría. Pienso que ellos conducen la calma a mitad del cielo, como aquellos, en un sabio y majestuoso tren de melancolía, y observan la luna, y los mares con rabia contenida, y hombres, yendo y viniendo sobre la tierra.
traducción: HM
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