Autor: Robert Louis Stevenson
Hasta en el día más azul de julio podría no correr el más leve soplo de viento pero el barrio sonaba como una madera, y en el accidentado silencio y encima del murmullo de los taxis de la ciudad que seguían al Bois, cenizas suburbanas se estremecían en canción.
Un parloteo, una charla y un chirrido, y un largo susurro moribundo, era como si almidonadas damas brocadas a través de toda la casa hubieran arrastrado una falda estridente, o todo su cielo azul, aún en un pestañeo se desbordara en lluvia. Escuchen, en aquellos sombríos salones, cómo habla del cercano otoño, ¡cómo la ceniza azotada tiembla y augura inundaciones! ¡Oh, no demora demasiado en aquellas inconstantes latitudes, oh, no demasiado tarde del norte desamorado recorta tu escape! Porque pronto este techo bajo resonará de hecho con lluvia, pronto tus ojos buscarán el jardín feo, buscarán las habitaciones oscurecidas, no encontrarán una joya excepto el tronco ardiente.
traducción: HM