Autor: Sancho Cristian
Los palestinos cristianos están haciendo una sombría vigilia en el lugar de nacimiento de Jesucristo, entonando himnos y oraciones con sus velas encendidas para que las fuerzas armadas de Israel detengan su maquinaria de exterminio, que esconde la típica codicia empresarial de su dirigencia. Detrás de está nueva fase de su guerra no hay otra cosa que el tecnocapitalismo usurero y saqueador estadounidense-israelí, en un proceso similar al que atraviesa ahora la Argentina, en manos del “Anticristo clona-clona”..
Si bien nunca fue una zona pacífica, hubo años en que Belén era muy visitada por devotos de Jesús de todo el planeta, más precisamente el establo y el pesebre que le sirvió de lecho en sus primeros días de vida, marcando su origen tan humilde como divino.
Precisamente, enfrente del sitio histórico se encuentra la Plaza del Pesebre y la bizantina Iglesia de la Natividad, donde se armaban alegres corrillos adornados con luces y árboles artificiales, hoy el panorama es desolador. El ejército israelí ya controla todo el norte de Gaza, asesinando a miles de mujeres y niños, con su habitual valentía de potencia atómica. Y hoy la población de Belén está de luto por los aberrantes crímenes israelíes. Este año decidieron permanecer tristes y sombríos ante la carnicería que se perpetra a sólo cincuenta kilómetros de distancia. Ahora no hay ninguna representación de la Sagrada Familia, no hay actores haciendo de carpinteros o vírgenes concebidas por la gracia de Dios –o Adonai-, no trajeron animalitos similares a los que se podía encontrar en establecimientos agrícolas de la Palestina sometida por el Imperio Romano. Las iglesias de Belén decidieron ubicar los maniquíes aplastados por escombros y envueltos en alambres de púa, en solidaridad con las víctimas de la masacre judaica.
“Belén es un mensaje. No es una ciudad, es un mensaje de paz a todo el mundo. Desde este lugar sagrado enviamos este mensaje de paz… Paren la guerra, paren el derramamiento de sangre, la matanza y la revancha” dijo el padre Ibrahim Faltas, que participa de la vigilia.
Los cristianos sólo alcanzan al 2% de la población de Israel y sus territorios ocupados, hoy más que nunca bombardeados. Los que permanecen aquí son extremadamente devotos y están enamorados de los recintos sagrados.
Lo más repugnante de todo este asunto es que Israel sigue adelante con su “vida normal”, tan acostumbrados a ser un país en guerra están ellos, que les parece una nadería lo que está ocurriendo. En efecto, Israel sigue atrayendo a turísticamente a miles de judíos sionistas, ultraortodoxos plutócratas, conversos circuncidados, militares y policías embelesados por el prestigio del Mosad, y todo tipo de mercenarios con menos escrúpulos que el difunto Prigozhin. Y muchos se disponen a pasar la navidad y la circuncisión de Jesús aquí, cerca de su ejército financiado por Biden.
A principio de diciembre, cuando comienza el Adviento con el que se inicia el homenaje a Jesús, las calles y plazas no estuvieron tan nutridas, ni se observaron desfiles litúrgicos. Nos comunicamos con Hanna Hanania, alcaldesa de Belén cómo venía la mano para hoy a la noche, y nos contestó: “Hoy Belén, como cualquier ciudad palestina, está preocupada por su supervivencia, y angustiada por las noticias que llegan sobre las espantosas cifras de muertos, heridos y torturados. Todos tenemos un familiar preso o muerto. Es horrible. Estamos tristes. Esperábamos que viniera el papa a ofrecerse como blanco humano pero ni eso detendría a los israelíes. Ellos siempre fueron muy cabrones y vengativos. Su dios es una mierda…”